Entrar en un año nuevo, es un poco como tirar su ropa en la cesta de la ropa sucia y vestirse de una prenda recién lavada, sin manchas. Nos proporciona una energía nueva ¡y todo parece posible!
Pero si me puedo permitir una sugestión, es la de ser realista y no pedirse demasiado; dejar la lista sin fin de buenas resoluciones (de la que probablemente ni cumpliríamos la más fácil) y centrarnos en una sola. Una sola, sí, ¡y ésta la vamos a cumplir! ¡Qué alegría y satisfacción después cuando se consigue!
Si os faltan ideas o os cuesta elegir, he aquí una que parece muy sencilla en apariencia, pero que a veces cuesta aplicar en el día a día:
¡Saber dar las gracias a la vida!
Gracias por lo que tenemos, por lo que somos, aunque las cosas no sean exactamente como nos gustarían (no suficiente de algo, demasiado así, no suficiente de lo otro, etc.). Quizás hasta descubriremos más adelante (o no) que gracias a esta situación incómoda que nos pone de mal humor o nos complica la vida hoy, hemos podido cambiar una mala costumbre, hacer un encuentro importante, fortalecer vínculos con una u otra persona, etc. ¡La lista puede llegar a ser muy larga!
Y hoy, tenemos un techo bajo el cual vivir, una mesa donde comer, una familia, amigos que nos quieren como somos, etc. Igual no todo os corresponde en esta lista, pero seguro que por lo menos una gran parte sí. Y existen tantos pequeños detalles cotidianos que se nos olvida agradecer, tomamos como debidos o ni siquiera vemos… (¡pobrecitos!)
También me parece muy importante intentar transmitir el arte de la gratitud a nuestros hijos, sobre todo en nuestra Sociedad, maestra en el arte de quejarse y de criticar a diestro y siniestro, de manera no constructiva. Este modelo es el primer paso para lanzarse a ciegas en los brazos de Doña Frustración. Difícil ser feliz así, ¿no?
Vivir en un estado de gratitud no significa aceptarlo todo brazos cruzados (injusticias incluidas), pero más bien saber reconocer también las cosas buenas y situaciones positivas y magníficas que nos ofrece nuestra vida. Es una fuente de energía necesaria y valiosa para intentar transformar los aspectos menos positivos que forman parte de nuestro entorno.
Transmitir esta capacidad de gratitud a nuestros hijos, es una frase fácil de escribir, pero sé muy bien (por mi propia experiencia) que la realidad no lo es tanto, porque a veces falla “un poco” el ejemplo que damos, porque nuestro entorno a menudo está en otra onda, etc. Pero hay que seguir adelante, ¡es una práctica que hay que llevar a cabo mano a mano con nuestros hijos! Por ejemplo podéis probar el ejercicio de la gratitud. La gratitud es importante para su bien, para el de las relaciones familiares (siendo incluso más necesario cuando las hormonas de la adolescencia se despiertan), ¡pero también para inclinar la balanza de la Sociedad del buen lado si cada vez más personas se unen al reto de la gratitud!
Y dejadme compartir con vosotros mi convicción: ¡la gratitud es realmente un regalo! No sólo lo digo porque suena bien o bonito o para que resuene en vosotros mientras estáis leyendo este mensaje, y lo olvidáis después en cuanto volváis a vuestra rutina.
¡La vida realmente os dará cada vez más la ocasión de agradecerla si lo hacéis asiduamente! Le gusta ser reconocida como regalo y os dejará entrar en el círculo virtuoso de la gratitud. ¡Así que disfrutad de la vida agradeciéndola cada vez más! ¡Es el reto de las gracias!
Os deseo un maravilloso año nuevo, a pesar de las circunstancias en las cuales podéis estar, mucha felicidad y ¡muchas GRACIAS que dar!
¡También deseo que Mis cuentos en yoga os den regularmente la ocasión de alargar vuestra lista de momentos agradables cotidianos!
¡¡¡ FELIZ AÑO NUEVO !!!
Y disfrutad de la vida agradeciéndola!
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